El mundo como lo conocemos en la actualidad nos ha acostumbrado a renovarse tecnológicamente de forma acelerada desde finales del siglo pasados e inicios de este, los avances científicos se tornaron habituales en nuestro entorno y transformaron completamente las vivencias y experiencias de las personas, trayendo resultados favorables para el adecuado progreso de la población.
Sien algún punto o momento se podría decir que este notable desarrollo ha sufrido un decrecimiento o interrupción ha sido durante la situación actual ocurrida a lo largo de este año, donde todos los esfuerzos y miradas se han volcado en solucionar la coyuntura a raíz de la llegada del coronavirus iniciado desde la ciudad Wuhan en China a finales del 2019.
Y aun en esta situación la capacidad que tenga la ciencia para afrontarla juega un papel fundamental en la posible erradicación de la enfermedad, buscando incesantemente los medios para hacerlo, así mismo otros sectores han sido perjudicados al concentrarse todos los esfuerzos en excluir de forma total esta enfermedad.
Producto de esta situación los procesos de industrialización y producción han tenido una repentina suspensión, o en otros casos una disminución considerable de las funciones habituales del sector, ocasionando el desprendimiento de gran cantidad del personal que labora en el mismo al no poder garantizar sus honorarios, trayendo consigo un problema tras otro que afecta prácticamente a toda la población mundial.
La crisis del coronavirus no ha dejado indiferente a ningún ámbito comercial, llegando a todos las zonas geográficas del mundo en una pandemia de proporciones sin antecedente en los tiempos de la humanidad, provocando la inactividad o gran parte de ellas de los aspectos más importantes de la sociedad; económicos, productivo, político, social, cultural, etc.
Las corporaciones han trazado un plan en el cual han decidido reactivar la operatividad de sus funciones, eso sí en una medida inferior al 50% de sus capacidades, como una manera de probar que tan viable es realizar este esfuerzo a la par de la pandemia, con las medidas de seguridad sanitarias adecuadas y guardando el debido distanciamiento social, todo en un intento por evitar seguir generando pérdidas por su paralización.
Y es que el sector industrial en estos meses luego de la aparición del virus ha experimentado momentos de tensión continuos, con una contracción marcada en su mercado interno, afectado las acciones y desvalorizando las distintos negocios, provocando en muchos casos el cierre definitivo de las operaciones de algunas empresas.
Principalmente las mediadas y sobretodo pequeñas empresas o sociedades, son las más damnificadas de todo esto, al no poseer un capital importante para lograr pasar este periodo de recisión, donde en muchos casos las nuevas microempresas no han podido desarrollar el potencial en el ramo establecido al no haber tenido el tiempo necesario para hacerlo.
Por tal motivo gran cantidad de consorcios han empezado en la valoración empresa para dar por finalizada su estancia dentro de este campo, en una de las situaciones más difíciles para cualquier propietario o socio pero obligatoria por la situación crítica por la que atraviesa todo el sector y de la cual solo unos pocos lograran sobrevivir.
Hacer una valoración en este momento de crisis no sería lo indicado, pues ante la presente situación, el valor del negocio ha sufrido una abrupto involución, sin embargo, muchos afrontan situaciones personales que los llevan a tasar su empresa en un valor menor de lo correspondido al necesitar los ingresos en el menor tiempo posible.
Una determinación no apoyada pero entendida por los colegas del entorno, ahora bien, cuánto valor ha perdido una empresa en estos meses de profunda depreciación. Primero que nada, y haciendo una comparación con los años anteriores, se puede decir que la industria a escala global ha sufrido una falta de productividad en todos los rubros que supera el 80%.
Así mismo, esto se ve reflejado en la valoración delas empresas, pues las acciones de la misma dependen de su buen andar en entorno económico y comercial, se estima que para finales del presente año el mundo empresarial haya visto una merma que alcanza aproximadamente un 40% de su valor en comparación previo a la llegada el virus.
Los especialistas en el ramo indican que la una vez superada esta problemática, las empresas rápidamente podrán recuperar su valorización, sin embargo, su punto se enfoca más a profundidad en la cantidad de negocios que no lograran aguantar los embates de lo que se prevé será una crisis económica y financiera que se extenderá hasta mediados del 2021.