Entre los seres vivos más pequeños existentes se encuentran las bacterias, conocidos como organismos celulares que ocupan todo tipo de espacio con una fantástica facilidad de adaptación.
Tanto en los suelos fondos marinos como en el intestino de un animal, las bacterias son de enorme importancia para la vida de la tierra y muchas de ellas producen graves enfermedades, aunque, de acuerdo a su función biológica es indispensable que cada una de ellas se mantengan en conjunto.
Sin ellas, no sería posible un buen número de procesos, como la destrucción de gran parte de los residuos orgánicos procedentes de organismos muertos o la existencia de las reacciones de fermentación.
Las bacterias son además consideradas células procariotas, es decir, no poseen núcleo propiamente dicho, como ocurre en las células vegetales y animales, y el material genético que se halla reunido en una determinada región celular no está separado del resto de los componentes celulares por una membrana, por esta razón se consideran como un grupo aislado de los animales y vegetales.
No obstante, existen algunas bacterias que se han incluido tradicionalmente dentro de las plantas por disponer de la capacidad de realizar la fotosíntesis; en algunos casos ciertos antibacterial additives impiden el proceso.
Tamaño, forma y estructura
De todos los seres vivos, sólo los virus y las rickettsias (organismos de características intermedias entre virus y bacterias) son menores que las bacterias. La mayoría de estás poseen un tamaño aproximado de 10 micras, lo que equivale a milésima de milímetros, por lo que sólo pueden ser observadas por un microscopio.
Su forma varía en los diferentes grupos: las que presentan forma de bastón se denominan Bacilos; si son esféricas llevan el nombre de Espirilos; y otras curvadas, semejantes a comas, se llaman vibrios.
Algunas especies se agrupan de forma específica, bien sea por pareja, en cadenas, en masas tridimensionales irregulares o cúbicas. Todas ellas se compone de una célula bacteriana que se halla limitada por una membrana plasmática, formada por proteínas y lípidos, rodeada a su vez por una pared celular y, en ocasiones, también por una especie de cápsula.
Algunas de las moléculas proteicas de las membranas son enzimas, proteínas especializadas que intervienen en procesos metabólicos. La membrana se encuentra replegada en algunas zonas formando estructuras llamadas mesosomas, en la que se encuentran diferentes enzimas que cumplen con una función respiratoria.
La pared celular de la bacteria, es una estructura de protección formada fundamentalmente por azúcares y proteínas. La relación superficie extrema / volúmen es en la bacteria miles de veces superior a la del hombre, lo que explica la rápida adsorción de los nutrimentos del medio por parte de ella.
Dentro de la membrana, se encierra el citoplasma, constituida por hialoplasma, que refiere a una sustancia química en la que se encuentran nutrimentos y diferentes productos de desecho.
Dentro del hialoplasma se encuentra el material genético, el ácido desoxirribonucleico (ADN), que determina en último extremo, la estructura y las características biológicas bacterianas y las transmite de generación en generación. Junto al ADN se encuentra en el hialoplasma una serie de organismos donde se verifican las funciones específicas de las células.
Movimiento de las bacterias
El movimiento se produce por la acción de diversas estructuras de forma alargada, como los flagelos y los pelos. El número de distribución de los pelos es variable: las bacterias monotricas tienen un único flagelo, mientras que en las peritriscas se disponen en gran cantidad en torno a la célula.
El crecimiento bacteriano depende en gran medida de la temperatura. Existen bacterias llamadas Psicrófilas, que crecen a bajas temperaturas, están también las Mesófilas, cuyo desarrollo óptimo inicia entre 25 y 40°C y están las Termófilas adptadas a temperaturas entre 45 y 75 °C.
Algunas baterías causan en el hombre y en los animales graves enfermedades, las cuales pueden producirse bien sea por nutrirse de los tejidos del organismo que infectan o por segregar diferentes toxinas, algunas de ellas muy potentes como las de la difteria, tétanos o botulismo.
Algunas bacterias son importantes en los ciclos de regeneración del suelo, debido a que descomponen los restos orgánicos y aportan sustancia nutritivas a las plantas. Asimismo son de gran utilidad para las investigaciones biológico científicas y gracias a ellas se han podido obtener valiosos conocimientos.