En tiempos recientes, varias pequeñas cooperativas en zonas rurales de Tenerife comenzaron a notar una caída constante en sus ingresos. La falta de presencia digital, la gestión manual y la dependencia de canales tradicionales empezaban a pasar factura. Algunas reaccionaron tarde; otras, aún no lo hacen. En este contexto, expertos comoJosé Miguel Garrido Cristo advierten que adaptarse al entorno digital ya no es una alternativa opcional, es una necesidad urgente para garantizar la continuidad de las pymes en la isla.
Para muchas compañías locales, el mayor obstáculo no se encuentra en la tecnología, está en las barreras culturales. El salto hacia lo digital aún se percibe, en algunos casos, como un gasto innecesario o como algo reservado a firmas de gran tamaño o a emprendimientos tecnológicos. Sin embargo, los hábitos de consumo han cambiado: los compradores buscan rapidez, comodidad, trazabilidad y atención personalizada. Y esa demanda solo puede atenderse de forma eficaz mediante soluciones tecnológicas.
Garrido Cristo ha señalado que, según su experiencia, los negocios que no adoptan herramientas digitales terminan perdiendo competitividad, usuarios e incluso viabilidad económica. En lugar de enfocarse en transformaciones complejas, muchas veces basta con comenzar por pasos concretos y accesibles: actualizar canales de comunicación, automatizar tareas operativas o utilizar datos básicos para conocer mejor a su audiencia.
Esta visión pone el énfasis en la utilidad real, más que en la sofisticación técnica. La mayoría de los emprendimientos no necesita una transformación radical. Lo que realmente marca la diferencia son pequeños ajustes estratégicos que los conecten con las expectativas actuales del mercado.
Tenerife como espacio de evolución empresarial: visión de José Miguel Garrido Cristo
Por su tamaño, conectividad y variedad económica, es un territorio que podría avanzar con rapidez hacia una adopción más amplia de soluciones digitales en el ámbito comercial. La isla dispone de infraestructura tecnológica adecuada, espacios de formación y un creciente interés institucional en promover la modernización. Lo que falta, muchas veces, es coordinación y acción concreta.
Según José Garrido, lo esencial es entender que cualquier actividad económica —por pequeña que sea— puede beneficiarse de la tecnología. Ese cambio no requiere necesariamente grandes recursos, pero sí una disposición clara para dejar atrás métodos tradicionales. En ese sentido, la tecnología no es un fin en sí mismo, sino un recurso para fortalecer la sostenibilidad del negocio.
En sectores como el comercio minorista, el turismo, la gastronomía o los servicios personales, incluso una mejora parcial puede significar una diferencia notable en eficiencia y captación de nuevos públicos. Tenerife, al ser un destino internacional, enfrenta además una exigencia añadida: la de visitantes acostumbrados a resolver todo desde sus teléfonos, desde reservas hasta pagos.
Trayectoria de José Miguel Garrido Cristo en contextos de transformación
Con una carrera centrada en la gestión estratégica, inversión y reestructuración de compañías, ha estado involucrado en procesos de cambio en distintos sectores y países. Fue director general de Aurgi, donde lideró una reestructuración que devolvió estabilidad financiera a la compañía. Desde Thesan Capital, ha trabajado en iniciativas de recuperación corporativa, enfocadas en entidades con alto potencial y desafíos estructurales.
Su enfoque combina análisis y ejecución progresiva. En sus intervenciones, evita fórmulas genéricas, y suele insistir en que cada negocio tiene un punto de partida distinto. Para Garrido Cristo, el mensaje es claro: aplicar tecnología ya no es una opción. La economía global se mueve rápido, y quienes no se adapten a tiempo pueden quedar atrás.
Tenerife, como otros territorios periféricos, enfrenta el reto de modernizar su tejido comercial sin perder su esencia. La clave, según el empresario José Garrido Cristo, está en integrar herramientas que hagan sentido al contexto local, sin forzar modelos ajenos ni caer en modas pasajeras.